Limitar las grasas saturadas podría ayudar a modificar la genética y hacernos más propensos a la obesidad.
Una investigación realizada por científicos del Centro de Mayer de Investigación de Nutrición Humana sobre Envejecimiento Jean (USDA HNRCA) en la Universidad de Tufts, logró identificar 63 factores genéticos que se relacionan con la obesidad.
Estos factores fueron analizados para generar puntuación de riesgo genético para el desarrollo del sobrepeso. En el estudio se demostró que las personas con mayor puntuación genética, y que también consumen la mayoría de sus calorías en forma de grasas saturadas, tienen mayores posibilidades de tener un mayor índice de masa corporal (IMC).
Esta relación se encuentra en función al peso y altura del sujeto. "Ya sabemos que hay ciertos genes que interactúan con la grasa de la dieta y afectan el IMC", indicó José M. Ordovás, del Laboratorio de Nutrición y Genómica en el USDA HNRCA y profesor en la Escuela Friedman de Nutrición y Ciencias Políticas en la Universidad de Tufts, y autor principal del estudio.
"En el presente estudio, se analizaron docenas de variantes de estos genes y otros genes frecuentemente asociados con el riesgo de obesidad y se vio que, mientras que la ingesta total de grasa se relaciona con un mayor IMC, las personas que estaban genéticamente predispuestas a la obesidad y comían la grasa más saturada tenían los más altos IMC”.
Los científicos creen que las personas que poseen esta variante genética tienen mayor sensibilidad a las grasas saturadas, la cual se encuentra presente en la carne, tanto de cerdo como de vacuno, también en la mantequilla, el queso y otros lácteos.
"Algunos modelos clínicos sugieren que la grasa saturada puede interferir con la actividad en la parte del cerebro que nos permite saber que estamos llenos, además de unos pocos estudios en personas que sugieren que una dieta alta en grasas saturadas interfiere con la saciedad. Se necesita más investigación para saber si esos resultados se aplicarían también a la función de genes”, afirmaron los especialistas.
Este estudio puede servir para el desarrollo de un sistema que identifique a las personas que están predispuestas a la obesidad, y con ello realizar dietas personalizadas para poner mejores límites al consumo de las grasas saturadas.
Fuente: Tufts
Estos factores fueron analizados para generar puntuación de riesgo genético para el desarrollo del sobrepeso. En el estudio se demostró que las personas con mayor puntuación genética, y que también consumen la mayoría de sus calorías en forma de grasas saturadas, tienen mayores posibilidades de tener un mayor índice de masa corporal (IMC).
Esta relación se encuentra en función al peso y altura del sujeto. "Ya sabemos que hay ciertos genes que interactúan con la grasa de la dieta y afectan el IMC", indicó José M. Ordovás, del Laboratorio de Nutrición y Genómica en el USDA HNRCA y profesor en la Escuela Friedman de Nutrición y Ciencias Políticas en la Universidad de Tufts, y autor principal del estudio.
"En el presente estudio, se analizaron docenas de variantes de estos genes y otros genes frecuentemente asociados con el riesgo de obesidad y se vio que, mientras que la ingesta total de grasa se relaciona con un mayor IMC, las personas que estaban genéticamente predispuestas a la obesidad y comían la grasa más saturada tenían los más altos IMC”.
Los científicos creen que las personas que poseen esta variante genética tienen mayor sensibilidad a las grasas saturadas, la cual se encuentra presente en la carne, tanto de cerdo como de vacuno, también en la mantequilla, el queso y otros lácteos.
"Algunos modelos clínicos sugieren que la grasa saturada puede interferir con la actividad en la parte del cerebro que nos permite saber que estamos llenos, además de unos pocos estudios en personas que sugieren que una dieta alta en grasas saturadas interfiere con la saciedad. Se necesita más investigación para saber si esos resultados se aplicarían también a la función de genes”, afirmaron los especialistas.
Este estudio puede servir para el desarrollo de un sistema que identifique a las personas que están predispuestas a la obesidad, y con ello realizar dietas personalizadas para poner mejores límites al consumo de las grasas saturadas.
Fuente: Tufts
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